martes, 27 de octubre de 2015

JORNADA 7: ASTURIANOS - PUEBLA DE SANABRIA (16/09/2015)

Alargar la jornada de ayer fue todo un acierto. No quiero pensar la noche que habría pasado en el albergue de San Salvador de Palazuelo, muerto de frío y de hambre. Otra ventaja es que la jornada de hoy era muy corta, 15 kilómetros, casi un paseo.

Me desperté a las 8:15 ya que, ante la perspectiva de una jornada tan corta, pasé de poner el despertador. No tenía ningún sentido pegarme un madrugón para llegar antes de las 12 a Puebla de Sanabria. Otra opción era alargar la jornada 12 kilómetros más, hasta Requejo, pero no me apetecía mucho, sobre todo porque, después de la paliza de ayer, a mis piernas les iría muy bien una jornada corta, de descanso activo.

Me tomé las cosas con mucha calma: aseo, desayuno, curarme la ampolla del talón con betadine, gasas y esparadrapo, preparar la mochila, etc. Salí del albergue a las 9:30 (un lujo) y, por fortuna, no llovía (otro lujo).

A pesar de todo lo que llovió ayer, el camino estaba en mejores condiciones de lo que esperaba, aunque me encontré con muchos árboles caídos por la lluvia y el viento del día anterior. También había zonas bastante encharcadas pero, en general, creo que la jornada de hoy ha sido la más bonita hasta la fecha.





En Palacios de Sanabria paré a tomar un café con leche y unas magdalenas en el bar que está en la carretera nacional (estaba a tope de gente y, además, vendían de todo). Era parada obligada ya que, hasta Puebla de Sanabria , se acabaron los bares, tiendas, colmados, etc.


El día era raro: hacía mucho viento y estaba nublado aunque, a ratos, también salía el sol.








El camino pasa por varios pueblos muy pequeños y con muy poquita cosa que ver. El primero de ellos es Remesal, que vive del recuerdo de un encuentro entre Felipe el Hermoso y Fernando el Católico, y lucen orgullosos varios monumentos conmemorativos del evento.












A continuación se pasa por Otero de Sanabria y Triufé. En estos pueblos, me llamó la atención cómo conviven casas totalmente en ruinas con auténticas casas de lujo. Resulta raro a la vista, pero ellos sabrán.















Después de Triufé se pasa por delante de un hotelito rural nuevo, muy bonito y con algún que otro detalle para los peregrinos.







Me encontré con un perro abandonado, jovencito y con cara de hambre. Le hice un poquito de caso, lo acaricié y le dí el bocadillo de lomo que me había preparado la hospitalera de Asturianos. Lo necesitaba más que yo.


A falta de unos 3 kilómetros para llegar a mi destino empezó a llover, ya lo echaba de menos.



La entrada a Puebla de Sanabria es por carretera y se hace larga (y lloviendo, más aún) pero, al final, se llega al albergue Casa Luz. A pesar de tener muy buenas críticas, el albergue no me gustó demasiado. Me pareció caro (12 euros) y, sobre todo, que las camas estaban demasiado cerca una de otra, sin espacio para moverse con una mínima comodidad. Enfrente del albergue está el hostal La Trucha que, por 20 euros ofrece al peregrino una habitación doble de uso individual, con baño, sábanas, toallas, etc. Una auténtica tentación y, claro, sucumbí.


Después de una reparadora ducha, me fui a dar un paseo por la parte alta de Puebla de Sanabria, la más bonita. Aproveché para ir al cajero automático a sacar dinero pues, según las guías, hasta Ourense no vuelve a haber cajeros.






















El paseo duró poco ya que pronto empezó a llover otra vez. Vuelta al hostal y siesta de campeonato. Hay que combatir la lluvia como sea.

Por la tarde, después de la siesta, volví a salir para estirar un poco las piernas y, junto al río Tera, me encontré con Elena, mi compañera en el albergue de Asturianos que me dijo que su Camino terminaba allí. Por la noche pasaba un autobús que la llevaría a Salamanca, junto con  su bicicleta. En principio, tenía pensado llegar hasta Ourense pero ayer lo pasó tan mal con la lluvia, el viento y el frío que decidió terminar antes. Buena decisión, cada uno tiene que hacer el Camino que le pide el cuerpo. 

Cené en el restaurante del hostal y pedí lo típico en estos casos, el menú del peregrino. 10 euros por una cena bastante decente. 

Después de la cena, a acostarse que al día siguiente toca madrugar, que la jornada se presenta dura, con la subida al Padornelo y, además, larga.


RESUMEN DE LA JORNADA:

Distancia recorrida: 15,9 kilómetros.

Altitud máxima: 1009 metros.

Altitud mínima: 899 metros.

Ascenso acumulado: 269 metros.

Descenso acumulado: 371 metros.

Velocidad media: 3,9 km/h.