viernes, 14 de enero de 2011

DÍA DE DESCANSO: LEÓN (18 de agosto de 2005)

Tanto Joaquín como Sera pasan una noche fatal de vomitera de modo que, a la hora de levantarse, se encuentran fatal, pero hay que salir para dar tiempo a que hagan la habitación. Desayunamos en el primer sitio que encontramos y nos vamos a visitar la catedral y a que nos pongan el sello en la credencial, aprovechando que el elefantito de peluche no indica lluvia.


El mal estado de Sera y Joaquín nos impide realizar la visita a la ciudad tal como la teníamos prevista. Este nuevo tropiezo impone una ampliación de la segunda moraleja peregrina: “Los días de descanso no sólo son inútiles, además son contraproducentes”.

Regresamos al hotel y, como aún no han arreglado las habitaciones, nos amodorramos en el salón de televisión.

Sera en plena fase de amodorramiento

En cuanto pueden, Joaquín y Sera se van a dormirla a la habitación mientras Tomeu y Malen van en busca de un remedio para el trasero de Tomeu, que va muy jodidillo ya en la bici: bálsamo bebe, mano de santo; y luego se van a su rincón gastronómico favorito, un McDonalds.

Eso sí, tienen la deferencia de traer unas ensaladas Mac-de-no-se-qué para los enfermos. Pero ya es triste que, para un día que estamos en León, cuna de la chacinería, tengamos que comer eso.

Por la tarde ya estamos un poco mejor y salimos todos. Tomeu aprovecha para cortarse el pelo (que digo yo que estas cosas se han de prevenir antes de peregrinar, pero hay gente para todo), mientras los demás nos entretenemos viendo a los viejos jugando a los bolos leoneses junto al río.

Apasionante partida de bolos leoneses

Como, aunque bastante recuperados, los dolientes aún están algo afectados, nos vamos a cenar a la cafetería de la estación, cerca del hotel, y a dormir tempranito para asegurar la recuperación, porque al día siguiente continúa el camino.

En resumen, un día de descanso para olvidar que es lo más suave que puede decirse al respecto (esto es lo que pasa cuando vas con gente que no aguanta nada, que al primer achaque se meten en la cama ¡ya no quedan hombres!).





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