viernes, 14 de enero de 2011

DÍA DE DESCANSO EN BURGOS (14 de agosto de 2005)


Nos levantamos y vamos a desayunar a la Cafetería Milán, que nos había recomendado el “profesional” (después de recoger la ropa tendida, a lo que nos conminó el ídem al sorprendernos en el quiosco comprando la prensa, después de haber abandonado el hostal de forma discreta).

No sólo vamos al lugar recomendado, sino que a la peña le da por degustar el plato fuerte de la casa, asimismo recomendado: Croissant a la plancha con mermelada, ¡lo que es capaz de inventar un barman con tres copas de más!, cualquier día de estos descubren mi postre secreto (sandía al horno) y me hunden el porvenir. ¡ Y encima le gusta al personal ...!

El resto de la mañana lo pasamos viendo, visitando y haciendo fotos de la catedral, donde también nos hacemos sellar la credencial.

Catedral de Burgos

Tumba del Cid Campeador en el interior de la Catedral

Malen contemplando el interior de la Catedral

Vista de Burgos desde el mirador del castillo

Sera luciendo palmito en el mirador

Terminamos la visita con tiempo para dar una vuelta y subir al mirador del castillo (dando demasiado rodeo, a juicio de algunos quejicas que no aguantan nada) para disfrutar de unas buenas vistas de la ciudad antes de ir a comer al mismo sitio donde habíamos cenado la noche anterior, pero ahora un menú consistente, que falta nos hace. Mención especial para la ensalada, ¡Superior!

Después de echar la siesta y leer el periódico, nuevo paseo ciudadano e intento de cenar degustando tapas en “El Morito”, sitio también recomendado por nuestro “profesional” hostelero y muy afamado (el sitio de tapas, no el “profesional”), tanto que había que hacer cola para entrar. Como la paciencia no parece ser la virtud del peregrino, por lo menos de los que aquí se habla, nos vamos a otro local de las cercanías, que no es que fuera mal sitio pero la cara de vinagre de los camareros nos hace entender por qué en este sí hay sitio, aunque sea domingo.

Nos vamos a dormir, que al día siguiente hay que madrugar. Por una causa u otra, la vida noctámbula del peregrino brilla por su ausencia y de aquí se saca la segunda moraleja peregrina: “Los días de descanso son inútiles, aparte de que te tienes que pagar un hotel, ni se aprovechan completamente ni se disfrutan”.




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