martes, 27 de septiembre de 2011

OCTAVA JORNADA (16-09-2011): TÁBARA – RIONEGRO DEL PUENTE (49,18 Km.)


Nos levantamos tarde, como siempre, aunque salimos antes que los otros dos ciclistas que quedaban. ¡Por una vez no fuimos los últimos! 

Habíamos cenado en el Restaurante El Roble y, en principio, pensábamos desayunar allí, pero no nos gustó la dueña (para cenar, nos tuvo esperando más de media hora porque sí) y decidimos desayunar en otro sitio. Fuimos a la cafetería Scriptorium, que está en la misma carretera...un gran acierto.

Se empìeza por la nacional. A la salida del pueblo se gira a la derecha por una carretera comarcal y, a unos dos kilómetros más o menos, se gira a la izquierda, ya por camino.

El camino es una pista que no es mala del todo aunque, eso sí, hay que subir. Nos encontramos varios rebaños de muchísimas ovejas que, junto con alguna viña, ayudan a distraerse un poquito. Hay algún tramo de fuerte subida en que el camino, bastante pedregoso, se complica bastante.







Seguimos en todo momento las flechas y, en vez de Bercianos de Valverde, aparecimos en Villanueva de las Peras. Allí aprovechamos para hacer algún ajuste en las bicis y confraternizar con algunos ancianos muy amables y simpáticos. Buena gente.

Salimos del pueblo subiendo, como siempre por una empinada carreterilla que nos llevó a Santa Croya de Tera. Intentamos comprar fruta y Nivea en un supermercado local pero al ver al dueño, antipático, malcarado y tratando mal a los clientes, decidimos ir a la competencia y nos dirigimos a Santa Marta de Tera. Sólo había que cruzar el puente sobre el río Tera.




En Santa Marta aprovechamos para avituallarnos en el Bar Stop. Buen trato y buenos bocatas. Recomendable.

Una vez arregladitos, visitamos la iglesia. Es una iglesia románica, donde se encuentra una de la joyas del camino: una estatua de Santiago peregrino que, según dicen, es la talla más antigua que se conserva del apóstol. Ya sabéis, fotos y más fotos.


Aprovechamos para sellar y la responsable del museo que hay junto a la iglesia nos preguntó que dónde pensábamos pernoctar. Le dijimos que Mombuey y nos dijo que ni se nos ocurriera, que el albergue es muy cutre, muy sucio y muy malo. Nos recomendó el de Rionegro del Puente.

Se sale de Santa Marta por una agradable pista forestal, aunque con un tráfico de camiones importante que nos sorprendió. Es un agradable paseo por la ribera del río Tera. Mucho verde y mucha humedad. Algún tramo parecía la jungla y había que ir apartando la vegetación para seguir adelante. Con tanta humedad, no tardamos en encontrar alguna que otra charca llena de barro y no nos quedó más remedio que tomárnoslo con calma para franquearlas. También tuvimos que sortear una acequia pero, con trabajo en equipo se consigue todo.





Llegamos a Calzadilla de Tera y estuvimos departiendo con unos lugariegos. El cielo se estaba nublando bastante, pero ellos aseguraron que no llovería, que ellos eso lo controlaban.

Seguimos adelante y pasamos por un campo lleno de enormes calabazas. Una de ellas era mayor que las demás y Sera no pudo resistirse a fotografiarse, como recuerdo de sus años de estudiante.


Se estaba nublando cada vez más, así que decidimos pillar carretera y ¡a toda leche! Al poco tiempo empezaron a caer unos goterones enormes. Como para fiarse de los de Calzadilla de Tera. Por suerte nos pilló entrando a Vega de Tera y pudimos resguardarnos a tiempo. Cayó una buena tormenta, con granizo incluido, pero duró sólo una horita o así.




Cuando amainó seguimos por carretera hasta Rionegro del Puente. Fuimos a preguntar por el albergue en el Bar Palacio, ya que nos dijeron que ellos tenían las llaves y, antes de que cerraran la cocina aprovechamos para comer ya que eran las 15:30 y estaban a punto de cerrar la cocina. Comimos bien y a buen precio. Macarrones, ensalada, filetes de ternera y lomo y melón con jamón. Entre los cuatro, claro, no todos comimos lo mismo.




Tenía mucha razón la señora de Santa Marta: el albergue está muy bien. Había bastante gente de a pié y nosotros cuatro en bicicleta. Por primera vez, encontramos mallorquines en el albergue. Siempre es agradable hablar en tu lengua con alguien que no sean tus compañeros de viaje. Un poco más tarde apareció un ciclista de Aranjuez que hacía el camino por carretera, con una media de 100 km diarios. Como dijo el torero...¡tiene que haber gente para todo!

Somos como la cerveza San Miguel, donde vamos hay fiesta. Eran las fiestas de la comarca de la Carballeda y se hacían en el pueblo y lo notamos, vaya si lo notamos. El escenario donde había actuaciones musicales estaba a 50 metros del albergue y éstas duraron hasta las 6 de la mañana. A eso de las 3 hubo un descanso entre una orquesta y otra y pensamos...a ver si aprovechamos ahora para coger el sueño...pero ¡nuestro gozo en un pozo! Aprovecharon el descanso, a las 3 de la madrugada, para hacer un bingo a grito pelado. Sí, sí, lo habéis leído bien...¡¡¡un bingo a las 3 de la madrugada!!! 



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