Nos
levantamos tarde, como siempre, aunque salimos antes que los otros
dos ciclistas que quedaban. ¡Por una vez no fuimos los últimos!
Habíamos
cenado en el Restaurante El Roble y, en principio, pensábamos
desayunar allí, pero no nos gustó la dueña (para cenar, nos tuvo
esperando más de media hora porque sí) y decidimos desayunar en
otro sitio. Fuimos a la cafetería Scriptorium, que está en la misma
carretera...un gran acierto.
Se
empìeza por la nacional. A la salida del pueblo se gira a la derecha
por una carretera comarcal y, a unos dos kilómetros más o menos, se
gira a la izquierda, ya por camino.
El
camino es una pista que no es mala del todo aunque, eso sí, hay que
subir. Nos encontramos varios rebaños de muchísimas ovejas que,
junto con alguna viña, ayudan a distraerse un poquito. Hay algún
tramo de fuerte subida en que el camino, bastante pedregoso, se
complica bastante.
Seguimos
en todo momento las flechas y, en vez de Bercianos de Valverde,
aparecimos en Villanueva de las Peras. Allí aprovechamos para hacer
algún ajuste en las bicis y confraternizar con algunos ancianos muy
amables y simpáticos. Buena gente.
Salimos
del pueblo subiendo, como siempre por una empinada carreterilla que
nos llevó a Santa Croya de Tera. Intentamos comprar fruta y Nivea en
un supermercado local pero al ver al dueño, antipático, malcarado y
tratando mal a los clientes, decidimos ir a la competencia y nos
dirigimos a Santa Marta de Tera. Sólo había que cruzar el puente
sobre el río Tera.
En
Santa Marta aprovechamos para avituallarnos en el Bar Stop. Buen
trato y buenos bocatas. Recomendable.
Una
vez arregladitos, visitamos la iglesia. Es una iglesia románica,
donde se encuentra una de la joyas del camino: una estatua de
Santiago peregrino que, según dicen, es la talla más antigua que se
conserva del apóstol. Ya sabéis, fotos y más fotos.
Aprovechamos
para sellar y la responsable del museo que hay junto a la iglesia nos
preguntó que dónde pensábamos pernoctar. Le dijimos que Mombuey y
nos dijo que ni se nos ocurriera, que el albergue es muy cutre, muy
sucio y muy malo. Nos recomendó el de Rionegro del Puente.
Se
sale de Santa Marta por una agradable pista forestal, aunque con un
tráfico de camiones importante que nos sorprendió. Es un agradable
paseo por la ribera del río Tera. Mucho verde y mucha humedad. Algún
tramo parecía la jungla y había que ir apartando la vegetación
para seguir adelante. Con tanta humedad, no tardamos en encontrar
alguna que otra charca llena de barro y no nos quedó más remedio
que tomárnoslo con calma para franquearlas. También tuvimos que
sortear una acequia pero, con trabajo en equipo se consigue todo.
Llegamos
a Calzadilla de Tera y estuvimos departiendo con unos lugariegos. El
cielo se estaba nublando bastante, pero ellos aseguraron que no
llovería, que ellos eso lo controlaban.
Seguimos
adelante y pasamos por un campo lleno de enormes calabazas. Una de
ellas era mayor que las demás y Sera no pudo resistirse a
fotografiarse, como recuerdo de sus años de estudiante.
Se
estaba nublando cada vez más, así que decidimos pillar carretera y
¡a toda leche! Al poco tiempo empezaron a caer unos goterones
enormes. Como para fiarse de los de Calzadilla de Tera. Por suerte
nos pilló entrando a Vega de Tera y pudimos resguardarnos a tiempo.
Cayó una buena tormenta, con granizo incluido, pero duró sólo una
horita o así.
Cuando
amainó seguimos por carretera hasta Rionegro del Puente. Fuimos a
preguntar por el albergue en el Bar Palacio, ya que nos dijeron que
ellos tenían las llaves y, antes de que cerraran la cocina
aprovechamos para comer ya que eran las 15:30 y estaban a punto de
cerrar la cocina. Comimos bien y a buen precio. Macarrones, ensalada,
filetes de ternera y lomo y melón con jamón. Entre los cuatro,
claro, no todos comimos lo mismo.
Tenía
mucha razón la señora de Santa Marta: el albergue está muy bien.
Había bastante gente de a pié y nosotros cuatro en bicicleta. Por
primera vez, encontramos mallorquines en el albergue. Siempre es
agradable hablar en tu lengua con alguien que no sean tus compañeros
de viaje. Un poco más tarde apareció un ciclista de Aranjuez que
hacía el camino por carretera, con una media de 100 km diarios. Como
dijo el torero...¡tiene que haber gente para todo!
Somos
como la cerveza San Miguel, donde vamos hay fiesta. Eran las fiestas
de la comarca de la Carballeda y se hacían en el pueblo y lo
notamos, vaya si lo notamos. El escenario donde había actuaciones
musicales estaba a 50 metros del albergue y éstas duraron hasta las
6 de la mañana. A eso de las 3 hubo un descanso entre una orquesta y
otra y pensamos...a ver si aprovechamos ahora para coger el
sueño...pero ¡nuestro gozo en un pozo! Aprovecharon el descanso, a
las 3 de la madrugada, para hacer un bingo a grito pelado. Sí, sí,
lo habéis leído bien...¡¡¡un bingo a las 3 de la madrugada!!!
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