domingo, 29 de mayo de 2011

EN ALARÓ SON RARITOS...(SÁBADO DE GLORIA, 28-05-2011)

¡Hoy hemos coincidido los cuatro! No es un placer habitual, pero es bonito de vez en cuando.

La idea inicial era llegar a Lloseta pasando por Alaró. El día, aunque parecía que iba a ser caluroso y con un sol radiante, se ha mantenido medio nublado, haciendo muy agradable ejercer el noble arte del pedaleo. 

Nos hemos reunido con Sera en S'Indioteria y hemos puesto rumbo a Santa María por el itinerario habitual. Las única diferencia con las otras veces que hemos hecho este recorrido es que hoy, supongo que porque ya intuíamos una noche de gloria futbolística, íbamos muy tranquilos y especialmente relajados (demasiado, según algunas opiniones). En la rotonda de los halcones aprovechamos para fotografiarnos los cuatro, eso sí, agrupados de tres en tres. Coincidimos tan pocas veces que valía la pena inmortalizar el momento.

 En realidad lo de parar para hacer las fotos no era más que una excusa para ver si  conseguía pillar in fraganti a los halcones que merodean la zona, pero no fue posible, seguiré intentándolo. Sera opina, muy acertadamente, pienso yo, que tiene que tratarse de halcones peregrinos, cosa que explicaría tanto interés por mi parte.


En plena sesión fotográfica, descubrimos una realidad inquietante: ¡Malen es palmípeda! Ya sé que es difícil de creer que se le pueda encontrar un pero a tanta perfección, pero aquí os dejo el irrefutable testimonio gráfico
 Todavía sin reponernos de la impresión recibida, decidimos continuar la marcha. Un poco más adelante, fuera de su zona según mi parecer, vimos a lo lejos al p... halcón. Bien, halcón, estás jugando con nosotros pero, tarde o temprano caerás, que lo sepas. 

Un poco antes de Santa María giramos a la izquierda y enfilamos el Camí des Raiguer para, a continuación, coger por el Camí de Coanegra y enlazar con el Camí d'Alaró. El recorrido es precioso, sin tráfico y con mucha vegetación. Tiene una pequeña pega, y es que, hasta Alaró, todo es cuesta arriba, pero vale la pena.

Las vistas son espléndidas y ¡hasta tiene un tramo de calzada romana!


Cuando llegamos a Alaró caímos en la cuenta de que se nos había hecho muy tarde y que, si llegábamos hasta Lloseta, terminaríamos demasiado tarde, así que decidimos hacer allí mismo la parada técnica para el obligatorio avituallamiento.

No habíamos terminado muy contentos del bar donde fuimos la última vez que paramos en Alaró, así que decidimos cambiar de sitio. Fuimos al bar del Polideportivo Municipal, que tiene una terraza enorme y sitio para dejar las bicis. Una vez aparcadas las bicis y aposentados, a la sombra, en una mesa de la terraza con sus correspondientes sillas, viene Malen y nos informa que no hacen bocadillos, tapas ni nada que se le asemeje. ¿Pero que les dan en este pueblo a los niños que hacen deporte en este lugar, directamente un cubata? Esta gente es muy rara. En fin, como podéis suponer, decidimos levantarnos, recoger las bicis e ir al bar de siempre, con las orejas gachas y poniendo cara de pedir perdón. Al llegar, vemos una mesa libre en la acera (no me atrevo a llamarlo terraza) y allí nos plantamos. ¡Nuestro gozo en un pozo! Resulta que no sirven en la terraza, que hay que sentarse en las mesas del interior. Mi pregunta es ¿si no sirven en las mesas de fuera, para qué las ponen? Lo dicho, raros, raros, raros...

A pesar de la insistencia que no nos preocupáramos de las bicis, que las podíamos dejar fuera tranquilos, que estábamos en Alaró y allí no las tocan, no como en Palma que se llevan hasta las de Bicipalma, Sera puso el candado a la suya y nosotros, por no hacerle un feo al del bar, las dejamos sueltas, pero nos sentamos en una mesa desde donde las teníamos controladas. Llamadnos desconfiados.
El avituallamiento, nada del otro jueves. Sera, que es un clásico, se marcó una ración de pica-pica y el resto nos conformamos con un pamboli. 

La vuelta tiene poco que contar, salvo las dificultades para encontrar la calle que enlaza con el camino de vuelta. Todo eran direcciones prohibidas, así que no nos quedó más remedio que infringir, aunque no les hiciera ninguna gracia a las viejas del pueblo.
Seguíamos tranquilos y relajados, aunque íbamos cuesta abajo. ¿Para qué correr si vamos a llegar igualmente al mismo sitio? Rollo zen, ya sabéis.

Resumen de la etapa:

Distancia recorrida: 51,07 Km.
Tiempo empleado:  2:52:01 horas
Velocidad media:    17,87 Km/h.
Velocidad máxima:  42,58 Km/h.
   

domingo, 22 de mayo de 2011

JORNADA DE REFLEXIÓN (SÁBADO 21-05-2011)

Qué mejor ocupación para la jornada de reflexión previa a unas elecciones que dedicarla a montar en bici. Realmente, montar en bici es un fiel reflejo de la vida. Al principio, todos empezamos de cero, todos estamos capacitados para montar en bici y todos podemos pedalear por caminos y carreteras, pero cuanto mejor preparado estés y cuanto mejor sea tu bicicleta podrás llegar más lejos, más rápido y con menor esfuerzo. Lo dicho, un fiel reflejo de la vida.

Bien, con este profundo pensamiento doy por finalizada mi jornada de reflexión y comienzo el relato de la jornada ciclista. 

Lo primero que quiero hacer constar es que Malen nos dió plantón. A última hora nos puso la excusa de una torrada de obligada asistencia...¡ja! Lo que pasa es que, seguramente, prefirió quedarse a jugar con su móvil en vez de cumplir con su obligación bicigrina. Allá ella, pero que luego no encuentre raro que el Apóstol se lo haga pagar en forma de cuestas traicioneras que obligan a bajarse de la bici. Para un vez que venía Sera, nos falla Malen. No hay forma de conseguir salir los cuatro. 

Después de dos salidas de montaña, aunque cortas, el objetivo de la etapa de hoy era hacer kilómetros para trabajar el fondo físico. Habíamos decidido ir hasta Cas Busso que no es mal sitio, por cierto.

Los primeros 15 kilómetros son por carril bici bordeando el mar. Fáciles, pero con tráfico. Si lo que hemos visto hoy es el termómetro de la temporada turística ¡este año va a ser la leche! mucha gente a la ida y, sobre todo, a la vuelta. Las terrazas llenas y las playas a tope, dentro y fuera del agua. ¡Y eso que el día no era gran cosa, estaba medio nublado y era mejor para ir en bici que para estar en la playa. Hemos seguido por la carretera del Cap Blanc y, justo antes de Badía Blava, hemos girado a la izquierda por el Camí de Sa Torre hasta el Hotel Hilton y, una vez allí, hemos seguido por el Camí de Sa Caseta hasta el poblado talaiótico de Capocorb y, desde allí, a Cas Busso, sitio emblemático y parada técnica obligatoria para los ciclistas para hacer el control de avituallamiento.

El recorrido por estos caminos es muy bonito ¡y sin tráfico! Una delicia para el ciclista.
 Aquí tenéis una vista general de Cas Busso, aunque no sé si por la hora que era o por el día que hacía, con poquitos ciclistas.
 Nuestras bicis aparcadas en el parking al efecto (donde hay infraestructura, la hay)
 Sera bebiendo agua para no tener problemas en el control antidoping
 Joan peinado al estilo "pájaro loco" 
 Joan y yo pensando cómo entrarle al pamboli
 Sera frente a un apetitoso "frit de matances", auténtica especialidad de la casa
Aquí tenéis el pamboli que Joan y yo nos metimos entre pecho y espalda (uno cada uno, nada de compartir, que eso son mariconadas y nosotros somos de pueblo) Como podéis ver no le faltaba de nada. Costó un poco, pero no dejamos ni los huesos de las aceitunas.

La vuelta, al principio fue dura ya que el pamboli pesaba lo suyo, pero a base de constancia conseguimos volver a casa.

Tanto en la ida como en la vuelta tuvimos un compañero de viaje al que, por cierto, no habíamos invitado: ¡el viento! No se trataba de un viento huracanado, ni de un viento racheado, ni siquiera de un viento de costado, sino del peor de todos, del más temido por todos los ciclistas...¡el viento cabrón! Ése que vayas en la dirección que vayas, siempre sopla con fuerza y en contra.  Había tramos en que, a duras penas, conseguíamos llegar a 20 Km/h cuando,  en condiciones normales, se circula fácilmente a más de 30 Km/h. Lo dicho, el viento cabrón haciendo de las suyas.


Resumen de la etapa:

Distancia recorrida: 68,21 Km.
Tiempo empleado:  3:33:47 horas
Velocidad media:    19,14 Km/h.
Velocidad máxima:  41,78 Km/h.

sábado, 14 de mayo de 2011

OTRA VEZ GALILEA (viernes 13-05-2011)

Esta semana, por necesidades del servicio, hemos vuelto a salir el viernes por la tarde. ¿Otra vez en viernes?...¡otra vez! También hemos repetido Galilea como objetivo final. ¿Otra vez Galilea?...¡otra vez! En resumen, hemos repetido todos los pasos de la salida anterior. ¿Todos?... ¡no, todos no! Hubo una diferencia sustancial respecto al viernes anterior: la comida. Esta vez me encargué personalmente del avituallamiento, es decir, me compré un bocadillo de atún  para comer y luego, en casa, me comí un plátano (nunca viene mal un chute de potasio). Con este cambio me aseguré una ligereza y un bienestar desconocidos para mí en viernes por la tarde.

A pesar de ser viernes 13, no hicimos caso de la superstición y nos dedicamos a lo nuestro: escalar, escalar y escalar.

Tarde muy calurosa y una novedad importante: Malen estrenaba móvil y, por supuesto, nos lo restregaba por los morros a la mínima que podía. Que si mira qué calidad tienen las fotos que hago, que si espera que hago una foto y la publico en Facebook al momento, etc. En fín, para qué seguir con el tema. ¡Como si fuera la única que puede hacer estas cosas! Que sepa que en el grupo hay gente que dispone de esta tecnología pero no hace ostentación de ella por su natural modestia y por solidaridad con Joan y Sera que tienen unos móviles de pena.

Las características del recorrido ya se comentaron en la salida anterior, así que paso directamente a las fotos y al resumen de la etapa. Sólo añadir que, confirmando mi teoría de la semana anterior, me encontré mucho mejor y sólo tuve que hacer frente a la dureza de la subida sin otros sufrimientos adicionales.
 Malen y Joan frente a la cantera clausurada de Establiments
 Aquí estoy con Malen planteándonos si coger el desvío anunciado o seguir nuestra ruta prevista. Afortunadamente seguimos nuestra ruta.
 Joan y Malen en Puigpunyent pidiendo el voto al votante descarriado.
 Joan y Malen disfrutando de las impresionantes vistas desde la terraza del bar de Orient donde tuvo lugar el obligado control de avituallamiento.
Los cascos, Malen y yo disfrutando de las mismas vistas.


Resumen de la etapa:

Distancia recorrida:   40,35 Km.
Tiempo empleado:    2:20:16 horas
Velocidad media:      17,29 Km/h.
Velocidad máxima:   44,26 Km/h.
Pendiente media en la subida a Galilea: 5,52%
Pendiente máxima en la subida a Galilea: 16%

sábado, 7 de mayo de 2011

EMPIEZA LA MONTAÑA ( VIERNES 06-05-2011)

Esta semana tocaba salir el sábado pero, por problemas de una de los participantes (no diré nombres por no señalar), no pudo ser. Para que pudiéramos salir todos juntos (menos Sera, claro) quedamos en adelantar la jornada ciclista al viernes por la tarde.

Salir a las 15:30 supone un trastorno importante por el tema de la comida, así que, en casos como éste, el personal tira de bocadillos. Estamos hablando de la gente normal. Hay otra gente, entre los que no me queda más remedio que incluirme, que se dejan engañar por su mujer y con la cantinela de “ven rápido de trabajar que te tendré preparada una comida light para que luego puedas ir mejor en bici”. El diablo vestido de cocinera, ni más ni menos (más adelante entenderéis a qué me refiero). Obediente y sumiso llegué a casa a las 14:15 y, efectivamente, ya estaba preparada mi comida: arroz blanco con cebolla y tortilla de roquefort. Comí lo más deprisa que pude, me puse el traje de luces y salí de casa zumbando a por la bici.

Habíamos quedado en la Plaza Fleming y el tiempo, la verdad, no acompañaba. Hacía un calor espantoso, pero las inclemencias del tiempo forman parte del día a día del bicigrino, así que ni caso al sol.

Hoy teníamos la primera salida de auténtica montaña; teníamos pensado llegar hasta Galilea pasando por Puigpunyent, así que empezamos a dar pedales los tres con la soltura que nos caracteriza.

Pedaleando, pedaleando llegamos a Puigpunyent, a 220 metros de altitud. Son 14 kilómetros de subida, pero llevadera.

Llegando a Puigpunyent empecé a notar el estómago revuelto. La cebolla repetía, repetía y volvía a repetir y, para más inri, me flojeaban las piernas y, de vez en cuando, me venían ganas de vomitar. Esos síntomas ya no me abandonarían en toda la jornada. Además, aún bebiendo, tenía la boca seca. Parecía Bocaseca Man. En fin, que estaba hecho un cromo.

En Puigpunyent nos tomamos una especie de papilla energética de plátano y no sé qué más que, estábamos convencidos, nos iba a permitir subir a Galilea con el plato grande. Empezamos el ascenso conscientes de que nos quedaban 4 duros kilómetros hasta nuestra meta. Cada uno íbamos a nuestro ritmo. Malen y Joan, muy bien y yo haciendo lo que podía. Paré dos veces, una a beber y la otra a desbeber, aprovechando que me estaban esperando.

A duras penas (unos más, otros menos) y sudando la gota gorda, por el calor y por la pendiente, conseguimos llegar a la plaza de la iglesia de Galilea, a 441 metros de altitud, que no está nada mal.

Malen insistió en que me tomara una tónica para ver si la cosa mejoraba y ellos tomaron las Cocacolas de rigor. Esta vez no tocó merienda. No era la hora y no estaba el horno para bollos.

Estuvimos un rato contemplando el impresionante paisaje que se divisa desde el mirador y, por supuesto lo inmortalizamos en unas fotos.


Malen y Joan quisieron fotografiarse con el paisaje de fondo. Yo, en cambio, preferí llamar a la puerta de la iglesia para pedir ayuda para la vuelta.


En teoría, si la ida había sido todo subida, la vuelta tenía que ser todo bajada, ... pero no. No sé si era la flojera de mis piernas o el viento en contra que tuvimos, pero había momentos en que, cuesta abajo y pedaleando, costaba llegar a 20 km/h.

Lo bueno de la jornada es que conseguimos llegar a Galilea. Lo malo es que costó mucho, a mí al menos.

Una vez en casa, Yolanda (la cocinera diabólica) negó cualquier responsabilidad y achacó mi estado a una pájara producida por el fuerte calor. En fin, ¡qué mala es la culpa que no la quiere nadie!

Resumen de la etapa:

Distancia recorrida:   40,05 Km.
Tiempo empleado:    2:22:38 horas
Velocidad media:      16,85 Km/h.
Velocidad máxima:   42,18 Km/h.
Pendiente media en la subida a Galilea: 5,52%

domingo, 1 de mayo de 2011

VUELTA A LA NORMALIDAD (01-05-2011)

Después del 9 de abril no habíamos vuelto a hacer una salida como Dios manda. Y ese día, Joan, faltó a la cita, así que Malen y yo llevábamos casi un mes sin tocar la bici y Joan llevaba un mes exacto. Una eternidad, vamos. Hubo una salida fallida el día 16, pero, debido a la avería de la bici de Malen, fue tan corta que no vale la pena tenerla en cuenta. Por cierto, gracias a la diligencia de El Corte Inglés, Malen ha tenido que ir con la bici de repuesto. La bici oficial (whisky) lleva quince días esperando a que el mecánico de bicicletas regrese de vacaciones. Increíble, pero cierto.
Sera sigue pasando de nosotros los domingos. ¿Cuándo se decidirá a madrugar? De seguir así, cuando hagamos el Camino y nos toque una etapa en domingo, tendremos que empezarla por la tarde. 
Hoy hemos repetido una de nuestras salidas standard. Después de tanto tiempo sin dar pedales, queríamos hacer una etapa facilona y no demasiado larga, así que hemos decidido ir hasta Biniali por el Camí Vell de Muro.
Nos encontrábamos muy a gusto sobre la bici y en un plis-plás nos hemos plantado en la rotonda donde dejamos la carretera vieja de Bunyola para ir hacia Santa María.

 Cuando estábamos en la rotonda, haciéndonos fotos para inmortalizar el lugar, nos han sobrevolado dos halcones preciosos y enormes. He intentado hacerles una foto, pero sin gafas no veía tres en un burro y no ha podido ser. No es la primera vez que los vemos por esta zona, así que no pierdo la esperanza de hacerles una foto. Siempre y cuando algún cazador desalmado no les pegue un tiro antes (escribo desalmado por no usar la hache).
Hemos llegado a Biniali sin problemas y hemos hecho una parada técnica en el Bar Centro Parroquial. Pambolis, cocacolas y tés y cortado. 
 Ya con el buche lleno, hemos puesto la proa rumbo a Palma. Seguíamos pedaleando a buen ritmo, tanto que hemos adelantado a dos guiris con buenas bicis de carretera y totalmente uniformados. Tranquilos, no es fácil que nos acostumbremos ya que, normalmente, suele suceder al revés.
La jornada ha terminado con la buena noticia para nosotros que la velocidad media conseguida constituía nuestro record hasta el momento y, además, bastante por encima de las logradas hasta ahora. ¡Esto funciona!

Resumen de la etapa:


Distancia recorrida:   57,10 Km.
Tiempo empleado:    2:41:19 horas
Velocidad media:      21,31 Km/h.
Velocidad máxima:   39,56 Km/h.